En este artículo abordaremos una herramienta terapéutica revolucionaria que promete ofrecer una nueva perspectiva en el tratamiento de traumas y problemas emocionales: la terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares). Vamos a explorar cómo esta técnica se integra en nuestro entendimiento del sistema de «autocuración» del cerebro y cómo puede ayudar a desbloquear los mecanismos naturales de procesamiento adaptativo de la información.
Todos al nacer llevamos de serie un sistema de «autocuración». El sistema inmunitario nace, como nosotros, «en pañales», y poco a poco va madurando hasta ser capaz de enfrentarse de forma exitosa a nuestro entorno.
Quien determina cómo de bien funcionará nuestro sistema inmunitario son las bacterias, virus y patógenos de nuestro alrededor. A esto le añadimos el contexto: nuestra dotación genética, más la alimentación, la contaminación o pureza del aire que respiremos, el clima, etc.
Este mecanismo de autocuración también lo tiene el cerebro: desechando aquello que no nos sirve y asimilando (aprendiendo) lo que necesitamos.
Por lo general, la integración de las experiencias sucede durante una fase del sueño llamada fase REM. También ocurre durante el día, aunque no nos demos cuenta. Es en esta fase la que tenemos los sueños.
Imagina que has tenido una discusión con un compañero del trabajo
Después de la discusión estás frente a tu ordenador muy enfadado y molesto, dándole vueltas a lo que habéis hablado. A la hora de la comida lo comentas con una de tus compañeras, que te da su punto de vista y te dice cómo ha llevado ella ese tipo de discusiones. De camino a casa mientras conduces, le das unas vueltas más.
En casa, le cuentas la jugada a tu pareja y te desahogas un poco.
Al irte a dormir, durante la fase REM, tu cerebro cogerá lo que sucedió con tu compañero por la mañana, lo que te ha dicho tu compañera y tu pareja. Añadirá las veces en el pasado que has discutido con amigos o compañeros -ya que el cerebro funciona por asociación. Procesará lo ocurrido consiguiendo que por la mañana estés más sereno y con una idea más clara de cómo abordar el problema…
Bueno, esto pasará si tu sistema de procesamiento adaptativo de la información no está bloqueado y hace bien su trabajo (suele ser así).
Siguiendo con este ejemplo, imagina que éste fuera un problema real. Que con frecuencia discutieras y notaras que todo el enfado y la rabia no se van simplemente durmiendo o hablando e intentando resolver el tema con la persona en cuestión.
Como veremos más adelante, tendremos que seguir la línea de tu vida, hacia el pasado, y buscar qué ocurrió que te impide vivir el presente con calma y seguridad… muchas veces buscaremos en tu niñez.
Hasta aquí bien, ¿sí?
Volvamos entonces al cuerpo… En ocasiones, como cuando tenemos una fractura abierta en un hueso, al cuerpo le cuesta mucho arreglar el desaguisado por sí mismo. Necesita de ayuda externa, es decir, necesita de medicina y médicos.
Cuando hay un gran trauma
Cuando tenemos un Trauma con T mayúscula, como por ejemplo una violación, la muerte de un ser querido, un accidente grave, una catástrofe natural o un atentado…
El cerebro no puede “digerir” o “curar” éste hecho de forma satisfactoria. El sistema de procesamiento adaptativo de la información se satura y queda bloqueado.
Es cierto que mucha gente no llegará a tener Estrés Postraumático, pero de alguna forma, seguramente, éste hecho les marcará de forma negativa.
Un reducido número de personas saldrá de forma natural más fuertes, y habrán metabolizado el hecho de la forma más satisfactoria posible. Se dice que éste tipo de personas tienen una gran “resiliencia”, pero son los menos.
A menudo, cuando sucede algo traumático, parece que queda atrapado en el sistema nervioso con la imagen, los sonidos, los pensamientos y los sentimientos originales, o cualquier combinación de ellos.
Ya que la experiencia está encerrada allí (de forma física, es decir, como redes neuronales), se continúa detonando cada vez que sucede «algo» que se conecta con ello en el presente. Estas viejas experiencias pueden causar muchísimo malestar.
A veces, puedes sentirte indefenso porque eres incapaz de controlar lo que sucede en tu mente o en tu cuerpo…
Esto ocurre porque estás experimentando los sentimientos y sensaciones que están conectados con esta experiencia previa. Decimos que la experiencia original está siendo detonada.
Podemos entonces explicar los síntomas que están presentes:
- ansiedad
- tristeza
- pánico
- ira
- creencias negativas
- baja autoestima
- pesimismo
- síntomas físicos: tensión, presión en el pecho, boca seca, nudo en el estómago, diarreas repentinas
Como “detonación” de una parte de un recuerdo traumático no procesado, o procesado de forma parcial.
¿Pero por qué se guardan así las experiencias negativas?
Porque el cerebro tiene que aprender del entorno para que podamos sobrevivir… es una estrategia evolutiva de supervivencia.
Veamos un ejemplo:
Viajemos unos miles de años atrás. Un clan de homo sapiens en el que los hombres han salido a cazar, y las mujeres, mayores y niños se quedan en el asentamiento.
Podemos imaginar a los niños jugando, a las mujeres preparando alguna piel de animal para que sirva de abrigo…
Ahora un tigre aparece en la escena, esas personas nunca han visto un tigre, nunca han oído historias de tigres, no saben que los tigres son peligrosos. Seguramente se sorprendan al ver al tigre.
Es grande. Se acerca. Se lleva uno de los niños más pequeños… El terror, el miedo, los gritos…
Durante la evolución era vital que el recuerdo estuviera vivo aunque pasaran años. Este recuerdo, o más bien, la forma en que esa experiencia se guardó en sus cerebros, era la base para mantener a los hombres vigilando siempre el asentamiento, para tener siempre a mano algo que lanzar, como una piedra o con que defenderse, como un palo.
El simple hecho de hablar de la vez que un tigre se llevó un niño debió ser suficiente para que sus corazones se encogieran y que nunca más los niños jugaran solos y desprotegidos.
Esta forma de funcionar del cerebro era necesaria entonces y también lo es ahora. Aunque a veces se vuelve en nuestra contra.
El estilo de vida que llevamos en el mundo occidental dista mucho de esa lucha casi diaria por la supervivencia. El cerebro no tiene que estar preocupado u ocupado en buscar cobijo, alimento, abrigo. De tal forma que las situaciones por las que se detonan las experiencias del pasado no suelen ser situaciones reales de peligro.
No suelen haber tigres en la habitación.
¿Qué pasa cuando no hay grandes traumas?
Podríamos estar de acuerdo en que las situaciones extremadamente Traumáticas (T) son la causa de los síntomas…
Pero, ¿Qué ocurre si usted no ha tenido ningún Trauma con T mayúscula, al cual podamos “echarle la culpa” de lo que le está sucediendo?
La investigación que se ha hecho y los años de experiencia de miles de psicólogos y psiquiatras que usan EMDR alrededor del mundo sobre millones de pacientes llevan a la siguiente conclusión:
Aparte de otros factores (genéticos, medioambientales, de alimentación, orgánicos, etc.), son principalmente las experiencias negativas que tenemos desde que comenzamos a tener un sistema nervioso medianamente desarrollado hasta que el cerebro está maduro (0 a 25 años) las responsables de los distintos trastornos emocionales que sufrimos.
Estas experiencias negativas son muy variadas, existiendo Traumas y traumas.
De la misma forma que no todos tenemos el sistema inmunitario igual de fuerte, la capacidad de digerir todo esto varía de persona a persona.
Es muy importante la edad en la que ocurrió el hecho traumático… por eso hablamos de tu infancia y adolescencia. La capacidad de integrar correctamente la experiencia dependerá del momento evolutivo del cerebro.
Por otro lado el tipo de apego que recibiste por parte de tus padres o figuras de cuidado será el modulador que nos explicará también por qué estas experiencias te desestabilizaron. Por qué guardaste en una cajita mental lo que ocurrió y le echaste el cerrojo (esto no se recuerda, no se mira, o no se siente nada o muy poco por ello), o por qué las asimilaste bien y te hicieron más fuerte.
Terapia EMDR
Ahora bien, ¿Qué es lo que podemos hacer para eliminar estos síntomas que presentas en la actualidad?
Con la terapia EMDR vamos a darle un empujón (desbloquear, desobstruir) a esa capacidad innata y natural del cerebro de procesar / metabolizar / digerir estas experiencias.
Conectaremos estas redes de memoria con las partes adaptativas de tu cerebro. Nos quedamos así con lo útil y desechamos el resto.
La estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos bilaterales y tapping) que usamos en la terapia EMDR parece desobstruir el sistema nervioso (el mecanismo de Procesamiento Adaptativo de la Información) y permitir que el cerebro procese la experiencia.
Con EMDR entramos en los recuerdos “aislados” de un modo ordenado, manteniendo activo el sistema de proceso de la información (con el que naciste).
Poco a poco las informaciones aisladas empiezan a conectarse hasta que el hecho adquiere una dimensión nueva.
EMDR ofrece la posibilidad de restaurar este sistema y, sobre todo, que tu sistema emocional se regule. Lo importante es recordar que será tu propio cerebro quien realice la curación y que eres tu quien controla la situación.
Firmado: Arwen Caban